Günter Grass - Artículos y Opiniones

by - septiembre 05, 2021


La obra ensayística de Günter Grass empalma de tal modo con esa “conjura del pasado” que da forma a su literatura que es posible sostener que a la narración hecha de los avatares propios del siglo XX (la guerra, las revoluciones, los totalitarismos) el autor sumó siempre, con sus ensayos y artículos, un corolario crítico-argumentativo.

Debido a que Grass fue enrolado en las juventudes hitlerianas con apenas 15 años, el choque con su siglo fue temprano y personal. Para él, la guerra y sus derivaciones no fueron nunca asuntos zanjados, de suerte que su escritura esté atravesada por un fantasma: el anhelo de reivindicar el derecho al pasado y de esclarecer frente a este las culpas y expiaciones.

Esta condición es comprensible porque Grass vivió la experiencia de la guerra y, después, como alemán, la larga maduración que hizo su país sobre lo ocurrido: la negación inicial basada en la inocencia, en el creerse víctima de un engaño; el periodo de justificación que atribuyó el genocidio al sector dirigente y; por último, el progresivo arribo del olvido mediante “la desfiguración de aquello que pudiera resucitar el pasado”.

Esos discursos de absolución no calaron en Grass, quien, contrariamente, sostuvo que Alemania “planeó, ejecutó, toleró, negó y ocultó” todo lo que se encuentra encerrado en la palabra Auschwitz. Por tal razón, sus ensayos son, a la vez, una memoria de esa vergüenza y la denuncia del falso filosemitismo con el que muchos alemanes intentaron disfrazar lo sucedido. De hecho, Grass asevera que la excesiva atención que llegó a prestarse a las víctimas constituía una apelación in dubio pro reo que ocultó a los agresores, permitiéndoles escabullirse de su seria obligación de confrontamiento.

En este sentido, Günter Grass no advirtió ninguna liberación alemana tras los juicios de Núremberg. En sus artículos explora cómo sobre Alemania, durante la posguerra, se pronunció aún más la condena a la fragmentación, a vivir apresada por el temor ante sus propias posibilidades y a perder, incluso, la identidad geográfica por la división territorial que vivió el país entre 1949 y 1990.

Los ensayos de Grass revelan un tono igualmente crítico en sus consideraciones acerca de estas partes escindidas; sin embargo, en su opinión, la RDA cargó con el mayor peso histórico tras la guerra, pues, a diferencia de la bonanza que fue consolidándose en la RFA, las mismas arbitrariedades que tuvo la izquierda en otras partes de Europa, socavaron también las aspiraciones comunistas de la RDA, convirtiéndola en zona de pobreza y persecución.

Grass es un fuerte crítico de la izquierda radical: desvela el modo en el que esta reemplaza una dependencia por otra, la acusa de silenciar la multiplicidad y de falsear ideologías –en el caso soviético, por ejemplo, equiparando marxismo con leninismo-, reprueba su extremismo y el acoso a los escritores y, en fin, demuestra que sus mecanismos de censura son semejantes a los de la extrema derecha, a pesar de que en apariencia se trate de sistemas contrarios.

Aunque con cierta recurrencia Grass opone a todo esto la idea del individuo, es claro que su alternativa está lejos de corresponder a la del capitalismo privado. Sus señalamientos a la RFA se dirigen justamente en esa dirección: debe evitarse una democracia de base económica que hunda cada vez más a los pueblos pobres y, asimismo, las innumerables engañifas que se esconden en el mito del progreso y la técnica. Así como no hay una liberación en los sistemas de izquierda, tampoco puede hallarse esta en la sublimación del éxito, en la ilustración dogmática o en el desarrollo tecnológico que, según Grass, acaso solo conduzcan al autoexterminio, al advenimiento de un nuevo Auschwitz.

Precisamente por ello, en los ensayos que datan de la época de la reunificación, se hace evidente la inconformidad del autor con un proceso que se le antojaba dirigido esencialmente por criterios económicos: la subordinación ideológica que vivió durante décadas la RDA se convertía por aquel entonces en una sujeción de mercado, en pura explotación comercial. Toda la pomposidad con que se celebró la vuelta a una sola Alemania fue vista por Grass como simple “megalomanía”, un espectáculo que desatendió el problema esencial que seguía esperando sobre la mesa desde hacía varios años: el que los alemanes se vieran unos a otros como extraños.

Por supuesto, todas las reflexiones que hace Günter Grass sobre el aparataje social y político se mantienen ancladas a su labor de escritor; en primer lugar, porque fue a través de la literatura como Grass se acercó inicialmente a ese pasado que pugna por salir al encuentro del presente y el futuro, lo que él denominó Vergegenkunft y; en segundo término, porque, desde su perspectiva y, a pesar de todos los conflictos creativos, en todo escritor bulle la aspiración de “moldear la sociedad a partir de sus ficciones”.

Frente a la multiplicidad de rutas que asumieron los escritores alemanes en el siglo XX –el exilio, el enmudecimiento, la muerte-, Grass propone en sus ensayos la noción del escritor contemporáneo, el cual se encuentra en igual medida separado del criado de la revolución (dedicado a elaborar fachadas de ocultamiento) como del frívolo representante del arte por el arte.

Grass no ceja en su afán de defender una literatura libre, “no ajena a toda ley, sino obediente de las variables leyes de la poética o la narrativa”. Dicha literatura se apropiaría de los mitos fundacionales y lejos de la tentación de las barricadas o el esoterismo, se tornaría contemporánea al erigirse “contra el paso del tiempo” y dar voz a quienes están subsumidos en la historia como seres anónimos sin más propiedades que sus cobardías, angustias y noblezas.

En el Grass escritor aflora, por ello, la misma dificultad con que se tropieza al asumir la nación alemana: ambos son realidades condenadas a hurgar el pasado, a ponderarlo fatalmente. Como aquel Oskar Matzerath en El tambor de hojalata que no puede alejarse de las instantáneas de una época que le precede y que con su contundencia está a punto de estallar nuevamente ante sus ojos, Grass y Alemania son presencias que desean bautizar un tiempo cuya espiral los conduce siempre a ellos mismos.

GRASS, G. (1999) Artículos y opiniones. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
DIX, O. (1920) Kriegskrüppel.

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