Edmund Husserl - Problemas Fundamentales de la Fenomenología
Se reúnen en Problemas fundamentales de la fenomenología las lecciones impartidas por Edmund Husserl en la Universidad de Gotinga durante el invierno de 1910-1911 y, como puede colegirse por el título, la obra remite a conceptos centrales de su filosofía –por ejemplo, cuerpo, actitud natural, reducción y empatía–, todos ellos enriquecidos con comentarios extraídos del Nachlass husserliano.
Lo que unifica estos conceptos es el proyecto que el propio autor definió en un apunte de la época: “Mi tema es la subjetividad, un tema cerrado puramente en sí e independiente. Mostrar que eso es posible, y cómo, es la tarea de la descripción del método de la reducción fenomenológica”.
Dicha formulación haría suponer la persistencia de dos cuestiones esencialmente modernas: por un lado, la concepción del yo como centro de referencia y, por otro, la imposibilidad de conocer la cosa en sí. Sin embargo, es claro que existe una distinctio phaenomenologica que le permite a Husserl apartarse tanto del solipsismo cartesiano como del fantasma del noúmeno para enfocarse, más bien, en las vivencias del sujeto y el modo en que estas se presentan corporal y conscientemente.
El planteamiento de este programa hace que Husserl se distancie de las doctrinas científicas y filosóficas que asumen la subjetividad en términos absolutos. De hecho, las lecciones intentan recuperar el mundo que está donado en y para el sujeto antes de cualquier teoría: “¿Cómo se me da el mundo, qué puedo decir de él inmediatamente, describiéndolo de modo general según se da como él mismo en la percepción y experiencia inmediatas?”.
De esta forma, la fenomenología no se interesa por conocer la naturaleza objetiva ni la esencia de la subjetividad, sino que querría explicar la existencia que ha sido puesta en la experiencia. Precisamente, lo que entiende Husserl por mundo es el plexo de existencia que se ofrece al individuo espaciotemporalmente y que, por tanto, incluye las vivencias actuales, pero, además, toda la urdimbre de la vida humana con sus recuerdos, intereses, frustraciones y sueños.
Como esta experiencia varía en cada sujeto, Husserl sostiene la infinitud de sus posibilidades y elude la metafísica limitándose al examen de aquella en tanto vivida. En otras palabras, propone un método que explora la relación psico-física que se da entre cuerpo y mente; así como la manera en que se producen las percepciones, sensaciones y voliciones; e, incluso, el lugar que ocupan aquellos segmentos inconscientes que no alcanzan a ser recogidos por la fenomenología –pero que, ciertamente, son asumidos por los estudios del psiconálisis–.
La descripción del método ocupa la mayor parte de las lecciones. Para iniciar, Husserl advierte que la actitud natural en la que cotidianamente el hombre se desenvuelve es, por definición, el ámbito de la experiencia. No obstante, en dicho estado la conciencia se halla mecanizada y, por tanto, la experiencia no revela al sujeto aquellos elementos perceptivos sobre los cuales se está afincando, es decir, lo dado en tanto dado, el phainomenon qua phainomenon.
Debido a esto, la mirada fenomenológica invitaría a suspender ese yo que, a pesar de constituir el punto cero del sistema de coordenadas, parece ciego ante su propia experiencia. Esa suspensión comprometería dos movimientos: la epojé, que corresponde propiamente al paréntesis hecho sobre la actitud natural y, complementariamente, la reconducción de la experiencia hacia el plano de una conciencia fenoménica.
La suspensión de la actitud natural es, como se ve, el requerimiento para alcanzar esa otra actitud que revela la conciencia de lo vivido y la corporización de la experiencia. Justamente, esta es una idea que contradice la presunción de quienes juzgan que Husserl representa apenas una extensión del subjetivismo cartesiano. Para el filósofo alemán, el cuerpo es más que decisivo porque es el que determina el espacio-tiempo del yo –situándolo en una determinada orientación– y es por él que el sujeto tiene sensaciones localizadas.
Vale la pena señalar que, para Husserl, la reducción se efectúa no solo sobre lo percibido en el aparecer, sino también sobre lo retenido y rememorado. Por otra parte, su movimiento puede replicarse sin expiración, ya que la experiencia es inmanente al vínculo que existe entre el sujeto y el mundo. En otras palabras, mientras se mantenga esa relación la posibilidad de dirigirse hacia lo vivido para concienzarlo se encuentra abierta.
Hay un valor especial en las lecciones que estriba en el deseo de discutir las posibles objeciones a su perspectiva. Husserl no se muestra ajeno, por ejemplo, a la inquietud frente al grado de validez que adquiere la experiencia después de la reducción fenomenológica. Al respecto, se descubre el valor que alcanza lo pensado, lo percibido e intuido frente al espectro del conocimiento objetivo. En otros lugares, así mismo, dedica su atención al problema que surge al preguntarse por aquello que da unidad al conjunto de las reducciones realizadas; frente a esto, si bien Husserl no acepta la posibilidad de una corriente unitaria, sí defiende la idea de “individualidades enlazadas” que se mueven en el horizonte del mundo.
El otro sector de interés que despliegan las lecciones corresponde al concepto de empatía, esto es, la manera en que un yo ajeno se presenta con sus vivencias propias a mi conciencia o, si se quiere, cómo se dan al sujeto los apareceres y desviaciones de los otros. La exposición de este punto es ardua y, como se sabe, es uno de los puntos que más suele criticañársele a Husserl, puesto que él establece aquí un límite infranqueable: el yo empatizante no podría vivir jamás la experiencia del otro, tal y como este la percibe en su propia conciencia; a lo sumo, tendría de ella una conciencia de representación que a modo de analogon brindaría una figuración de lo que viven los otros.
Esta suerte de vínculo entre sujetos que, en cualquier caso, no dejarán de ser independientes, se traduce para muchos en un indicador de solipsismo, aunque lo cierto es que parece la consecuencia más natural dentro de una visión del mundo –como la husserliana– que trata de subrayar la experiencia corporizada en cada quien y, por supuesto, no invalida la fenomenología en su propósito de abrir las puertas hacia la descripción de ese mundo de vivencias que permanece casi siempre silenciado para nosotros mismos.
HUSSERL, E. (2020) Problemas fundamentales de la fenomenología. Madrid: Alianza Editorial.
POLLOCK, J. (1952) Convergence.
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