Octavio Paz - El Arco y la Lira
Heidegger precisó la
situación de nuestra época así: “Hemos llegado tarde para los dioses y muy
pronto para el Ser”. El aforismo posee una profundidad estremecedora si se
considera que con sus palabras se está designando nada menos que la crisis de
la Modernidad, esto es, la imposibilidad de dar sentido a lo humano una vez ha
desaparecido el sustrato divino que antes se lo daba. Ni el racionalismo
científico, ni la técnica, ni el capitalismo, ni las revoluciones que buscaron
vindicar la conciencia evitaron el hundimiento del hombre en el vacío que desde
el siglo XIX se cierne sobre el mundo.
Dentro de ese panorama
es inevitable preguntarse por el arte y, en concreto, por la poesía. Es
evidente que, en tanto obra humana, la poesía también sufre un desplazamiento
en la Modernidad y, no solo por efecto de los discursos señalados, sino,
además, por la particularidad con que los propios poetas responden a su época:
Rimbaud antepone la acción a la palabra; Mallarmé se lanza al azar de Un Coup de Dés; y
los surrealistas extravían el sujeto desbordándose en una escritura
inconsciente y automática.
¿Cuál es, entonces, el
lugar al que se aboca hoy la poesía? Decir, tan solo, que la historia ha
alterado ese lugar constituiría una obviedad: es claro que estamos lejos de las
concepciones que sobre la poesía se tuvieron en el pasado. Pero, así mismo, afirmar, sin
más, que el lugar de la poesía se encuentra en el descrédito, la desconfianza o
el olvido, sería soltar amarras y entregarla definitivamente a la incerteza.
Pues bien, la definición
de ese lugar es la inquietud que atraviesa este libro, El arco y la lira (1956).
Para Octavio Paz la poesía ha conservado desde su origen una esencia que la
convierte en acto: aquello que podríamos llamar poetizar. Esto
explica que, a pesar de sus variaciones métricas, temáticas o sociales, la
poesía haya sido siempre una revelación y
recreación del mundo. Entonces, si la poesía ha entrado en crisis dentro
del contexto de la Modernidad es únicamente por la dificultad que reviste hoy
definir ese mundo a revelar: nuestro mundo no tiene la claridad del de los
griegos, tampoco la del misticismo medieval, ni siquiera la del subjetivismo
romántico. El mundo de la Modernidad está difuminado y nosotros observamos
solamente el vacío.
Desde esta perspectiva,
el lugar de la poesía continúa estando, como siempre, en su posibilidad de
poetizar, solo que el mundo que ha de revelarse en esta época es todavía
oscuro, se halla latente, sin transformarse aún en imagen poética. Así, se
entiende que Octavio Paz afirme que la poesía busca hoy un sentido cuyo
horizonte apenas se esclarece: “Realidad sin rostro que está ahí, frente a
nosotros, no como un muro: sino como un espacio vacante”.
Lo anterior permite
inferir que la poesía hace parte de la crisis de la Modernidad, pero moviliza,
a su vez, una respuesta a ella, ya que poetizar implica la oportunidad de
revelar el mundo difícil que nos ha correspondido. Necesitamos comprender
pronto en qué consiste aquel poetizar y es precisamente eso lo que hace Octavio
Paz en El arco y la lira, situando el concepto desde tres dimensiones: el poema, la
revelación poética y la relación entre poesía e historia.
En primer lugar, el
poetizar se manifiesta en el poema, pues se trata de un acto que quiere ser
obra. El poema es, para Paz, la conjunción de ritmo, imagen y sentido: ritmo que
está más allá de las disquisiciones métricas o musicales, ajustándose mejor a
la periodicidad de lo sagrado; imagen que
es tensión de fuerzas contrarias y alcanza el valor de lo auténtico, objetivo y
revelador; sentido,
finalmente, que es revelación del mundo como realidad renovada, expresión
metafórica que dice que esto, además de serlo, también es otra cosa.
No hay posibilidad de
poesía sin que en el poema se consoliden estos tres elementos y, asimismo, sin
que tome forma la revelación poética. A esto último dedica Paz la parte central
de su meditación, observando que la crisis de la poesía obedece, entre otros, a
haber extraviado la naturaleza sagrada de lo poético: desprendidos de la
metafísica que garantizó antes lo sagrado, nuestra conciencia ahora se disgrega
sin saber a qué otredad dirigirse.
La poesía, por tanto, necesita realizar una
conquista: transformar nuestro abandono en un ser a quien dirigirnos, lograr
que seamos lo otro. Esto implica reconsiderar sustancialmente el
tema de la inspiración, pues es claro que esta se encuentra desvinculada hoy
del sesgo ritual que tuvo en su origen y de las condiciones metafísicas a las
que fue asociada en el Medioevo, el Renacimiento y el Romanticismo: si no hay
contacto con lo trascendente, la poesía deviene vacuidad.
Por último, es
fundamental recuperar el sentido histórico de la poesía. De entrada, si es
factible aseverar que "la poesía ha entrado en crisis" es porque
posee una condición histórica. Lastimosamente, dicha condición también está
extraviada en la actualidad; la poesía se vació de modo progresivo de sus
referentes materiales: abandonamos la época de los héroes, la de los vínculos
con dios, e incluso la de la relación del hombre con sus pasiones. El resultado
ha sido el desvelamiento de un mundo nebuloso, absurdo y problemático. En
consecuencia, la poesía debe reivindicar una forma particular de vivir en el
tiempo: sin sujetarse al presente, recuperar el pasado y proyectarse hacia el
futuro, imitando el modo en que se actualizan los tiempos míticos.
Como se ve, para Octavio
Paz la poesía no es una simple manifestación del arte; por el contrario,
constituye la oportunidad de reconocer lo que somos a cada paso. De dimitir y
aceptar su oscurecimiento se extraviaría junto a ella la posibilidad de
revelación del mundo. El título del libro expresa simbólicamente esa
pretensión, porque la poesía es arco y lira: “la lira que consagra al hombre y
le da su puesto en el cosmos; el arco, que lo dispara más allá de sí mismo”. La
pista de esto la tenía también Heidegger y, en la idea con la que iniciamos, lo
dejaba apuntado ya: “Hemos llegado tarde para los dioses y muy pronto para el Ser, cuyo iniciado poema
es el Hombre”.
PAZ, O. (2005). El arco y la lira. México: FCE.
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